#BlockchainPorLaPaz
Cuando el pueblo vocifera la paz, nadie parece indicar el camino para alcanzarla
Querida nación Bankless,
El siglo XXI parece ser un siglo muy diferente a cualquier otro que haya vivido la humanidad. El nuevo mileno vino de la mano de nuevas tecnologías y redes comerciales que fomentarón la paz e interconexión entre múltiples culturas alrededor del mundo. La globalización, a parte de reducir brechas en lo económico, nos permitió conectar con culturas ajenas a la tierra en la que vivimos, adaptando así nuestra identidad web con la del mundo real. Hoy en día, estoy seguro que la identidad de casi todos las personas interconectadas cruza por completo la idea de “fronteras”. Comida mexicana, cine alemán, música koreana y ropa norteamericana: ¿alguien identificado?
A raíz del escenario desconsertante que se ha generado entre las dos naciones de Europa oriental, que sacrifican la vida y felicidad de ciudadanos muy similares, quería traer a la mente de los lectores lo increíblemente importante que es la blockchain para mantener la paz en el mundo. Cuando nunca antes habiamos encontrado mayores estándares de paz, las naciones parecen estar armadas hasta los dientes. Sin embargo, la humanidad rechaza la guerra y este ideal puede ser trasmitido por cada uno de nosotros gracias a la blockchain.
Una sobremilitarización en tiempos de paz
Los ciudadanos dentro de un territorio respetan y aprecian la milicia de su país. Pocos determinados se ponen a servicio de su nación para mantener la seguridad externa y asegurar la paz a los que viven dentro. Aún existen naciones agresivas en el mundo y las que proliferan la paz y diplomacia no tienen de otra que mantener un ejercito para protegerse. Aunque, entre ellos, se encuentren comerciando y mantengan relaciones civilizadas, tener una milicia fuerte es una tradición histórica que no puede ser dejada de lado por las naciones desarrolladas, dado los catastróficos conflictos que han existido a lo largo de su historia. Así, la mayoría de potencias mantienen altos porcentajes de su PIB como gasto público para el mantenimiento de sus fuerzas armadas; sin embargo, este número se ha ido reduciendo con el tiempo.
Por otro lado, algunos paises han decidido dejar de preocuparse por su milicia y casi no tienen ninguna clase de fuerza armada para defenderse. Este es el caso de islas y archipielagos que sirven de paraisos naturales o fiscales del Caribe y África; así como ciertos paises de Europa occidental.
El sendero luminoso del libre comercio
Los intereses de las naciones beligerantes están, comúnmente, ligados a algún territorio importante. Un pedazos de tierra sin conquistar que tanto una como otra nación anhelan anexar por distintas razones. En la actualidad, ya no encontraremos casi ningún territorio sin anexar, pero siguen habiendo disputas territoriales activas. Las fronteras no son más que lineas dibujadas en un mapa; no obstante, para algunos países tener más o menos territorio representa una ofensa histórica o una pérdida significativa de su poderío debido a los recursos naturales que este espacio de tierra representa.
Si no existiesen barreras ni fronteras al comercio, poco importaría quien maneja qué o cuál recurso natural. La libertad de las personas para comerciar sin importar el país y de las empresas de ser dueños de los recursos, haría que la producción fluya donde el consumidor apremia. Sin embargo, una larga cantidad de paises restringen la importación y exportación por motivos ideológicos basados en la discriminación y segregación de los “otros”. No existe real fundamento para prohibirle a una persona del país vecino que comercie en tus tierras más que el odio de querer tratar a ese otro ser humano como ciudadano de menores derechos por el simple hecho de no haber nacido dentro de tu mismo país — lo cual es algo aleatorio y que nadie decide al momento de poner su primer pie en la tierra. Las ideas arcáicas de xenofóbia, racismo, chauvinismo y nacionalismo que fomentan los gobiernos, y hasta son parte de la currícula educativa pública, son la única razón por la cual muchas naciones siguen manteniendo estas prácticas destructivas.
La interdependencia económica es un arma de doble filo
Cuando dos paises llevan largo tiempo comerciando entre sí, inevitablemente surge una interdependencia, de forma que cada uno produce lo que mejor sabe producir y vende su excedente a cambio del excedente del otro. El café, telas y frutas que consumen los norteaméricanos se obtiene de Sudamérica, Asia y cierta parte de África; mientras que Norteamérica les da a cambio petroleo, acero y tecnología. Si los norteamericanos decidieran entrar en guerra con todos estos países con los que comercia, inevitablemente entraría en un desabastecimiento de ciertos productos de primera necesidad. Este es un incentivo para las naciones de mantener relaciones diplomáticas con los demás paises y sostener la paz. Restringir el libre comercio es lo que permite que a ciertas naciones se les haga irrelevante invadir o atacar a otras por no encontrar ningún incentivo en mantener la paz. El egoísmo y discriminación ganan en esta clase de situaciones y la posibilidad de entrar en guerra termina por volverse más fuerte.
La guerra entre Ukrania y Rusia empezó por decisiones tomadas unilateralmente por los gobernantes. El pueblo, como ciudadanos sujetos a la ley, no tendrá de otra que obedecer. Todos los ciudadanos del sexo masculino, por parte de los dos bandos, están obligados a apoyar a sus países en la guerra, sin importar que consideren esta una causa justa o prefieran estar en otro lado. Al tener el gobierno las identidades y datos personales de cada uno, serán llamados inmediatamente en la puerta de sus casas o intervenidos mientras se encuentran en la carretera.
Por si fuera poco, los gobiernos occidentales han decidido hechar carbón al conflicto. Las sanciones aplicadas al territorio ruso no es un daño dirigido a Putín: es un daño dirigido a cada una de las personas que viven en territorio ruso. Acabar con el sistema de remesas y el comercio de mercansías en territorio ruso terminará por reducir la calidad de vida de los más pobres y vulnerables. Putín es un dictador. Las protestas en rusia son inmediatamente reprimidas por la fuerza. Mientras tanto, él seguirá en su trono viviendo y disfrutando igual de cada uno de los lujos que ya gozaba.
La neutralidad de la blockchain
En tiempos de guerra, ponerse en calidad de neutral es una situación muy difícil para el individuo. Como hemos podido observar, los gobiernos son quienes deciden por la gente qué posición tomar en un conflicto bélico. La mayoría apoya a Ukrania y los medios para enviarles ayuda están habilitados en la mayoría de países y deshabilitados para Rusia. ¿Pero qué pasa si hay un ciudadano ruso viviendo afuera queriendo enviar dinero a su familia y dependen únicamente de él? ¿Tal vez un ciudadano ruso con padres enfermos que necesitan dinero para medicinas y cuidados? ¿Quedarán desamparados porque los gobiernos de cada país lo quisieron así? ¿Son ellos responsables?
La blockchain entro a tallar en el conflicto y lo hizo en la infame calidad de neutral. Esta es una neutralidad exclusiva que no puede ser lograda por nación alguna. Ofrece a los individuos una vía de escape del autoritarismo de los gobiernos. Casi 60 millones de dólares en criptomonedas fueron donados al gobierno de Ukrania para brindarles apoyo en la guerra. No hay otro mecanismo de pago más eficiente y directo que la blockchain; sin embargo, confiar en la administración pública para administrar y distribuir el dinero a los más necesitados en el conflicto se ve como una proesa improbable, ya que no se ha establecido marco legal alguno para el manejo — lo cual está avalado por el Estado de sitio y Ley marcial. De esta forma, el gobierno puede intervenirlo todo y hacer de todo sin fiscalización alguna por parte de sus ciudadanos. Algo muy problemático cuando se trata de mantener las libertades y derechos de los ciudadanos, al mismo estilo de Justin Trudeau.
La neutralidad que ofrece la blockchain sirve también para el mal. Más de 400 millones de dólares en criptomonedas fueron robados por el gobierno norcoreano para financiar sus programas armamenticios, evadir sanciones y mantener su contrabando. Sin embargo, a diferencia de otras formas de neutralidad, la blockchain ofrece esta posibilidad a cada individuo sin importar su origen e identidad. La neutralidad de la blockchain es prima facie individualista.
Tokenizando la paz
Hemos podido darnos cuenta de que la paz está intrínsicamente ligada a la libertad en el comercio exterior. La “nacionalización” de recursos, la discriminación entre productores y consumidores en base a su origen territorial y las ideas retrógradas invocadas por los gobiernos son las razones por las cuales la guerra sigue siendo algo plausible.
Desmilitarizar un gobierno desde los mecanismos políticos es algo imposible. La seguridad es una de las bases principales de todo Estado: ningún político se atrevería a defender esta idea. La solución para los amantes de la paz será, entonces, tokenizar la paz.
Los gobiernos dependen de los impuestos para sostener una guerra. Una vez puesta la guerra en marcha, el control se hace excesivo en cada ámbito de la actividad económica de un país. Rehusar una guerra es imposible desde el individuo que usa fiat.
Dado que la blockchain es un mecanismo de pago no coaccionable, los impuestos tendrían que ser voluntarios. Es decir, si el gobierno desea recaudar, deberá presentar una propuesta a los ciudadanos involucrados para que estos se sientan motivados a depositar su dinero para financiar determinado bien público. Así, los bienes públicos pasarán a ser una responsabilidad de los ciudadanos y no del gobierno. Con esto no solo se reducirá la corrupción, sino que existirá una verdadera socialización de los bienes públicos. En un sistema político tradicional, los bienes públicos son administrados por la administración pública —la burocracia 🤮 — en favor de los ciudadanos. En cambio, la blockchain permite la administración directa por parte de los usuarios de este bien público. Piensa en un AguaDAO o un ElectricidadDAO en cada ciudad del mundo.
Está de más decir que la guerra no es ni si quiera un bien. Las guerras son destrucción y absolutamente nadie gana a través de su desenlace. Podrá existir un ego colectivo que le hace creer a los nacionalistas de cada país que salir victorioso de una guerra es un triunfo; pero la humanidad ha quedado debastada y la recuperación de aquellos daños recaerán sobre las generaciones futuras, donde no solo quedará reparar el daño material, sino también sanar el daño emocional, nuestra capacidad para empatizar y amar a los que son diferentes a nosotros. ¿Por qué habríamos de finanziarlas, entonces? Rehusarse será posible solo con la blockchain.
¿Una utopía pacifista?
Estas sobervias afirmaciones pueden llegar a caer en el absurdismo de un futuro pacifista gracias a la blockchain. Esto está muy alejado de la verdad que se pretenda plasmar en el presente artículo. Las guerras serán y podrán seguir siendo. El eje central que cambia con la añadidura de la blockchain es que las guerras entre poderes políticos pasarán a segundo plano y empezarán las guerras por la humanidad.
Casi la totalidad de Occidente está a favor de Ukrania en este conflicto bélico. Unos pocos, en cambio, podrían atreverse a defender a Rusia. En cualquiera de los casos, la única posibilidad de apoyo es ayudar a cada uno de los ciudadanos a través de sus gobiernos. Los gobiernos optarán por utilizar esta ayuda en mantener sus intereses políticos — no los intereses de los ciudadanos — lo cual derivará en una ampliación del conflicto. Es decir, los más de 50 millones de dólares en criptos donados a Ukrania es en favor de defender los intereses políticos del gobierno Ukraniano: fuego contra fuego.
En un mundo tokenizado, óptar por la paz es una decisión más sencilla. Este es un mundo donde la identidad y derechos económicos de cada persona no dependen de sus gobiernos. Imagina que eres un ciudadano ruso obligado a participar de la guerra contra tu voluntad. Si eres una persona que no está de acuerdo con las actitudes autocráticas de tu gobernante, ¿podrás retirar tu dinero, vender tus propiedades e intentar una nueva vida en otro país? La respuesta es muy probablemente no. Tus cuentas bancarais serán congeladas, tus propiedades limitadas en el registro público del gobierno y tu identidad será rastreada y manejada por las entidades gubernamentales. Si tus derechos estuviesen tokenizados en una blockchain pública y descentralizada como Ethereum, todos tus bienes pueden ser movidos en el mercado a libre voluntad. Tu identidad y tus propiedades pueden ser trasladadas con facilidad sin necesidad de permisos y sin verificación por parte de un tercero. Ahora, sin esperar el desarrollo de un control total sobre nuestra identidad y propiedades en una plataforma de contratos inteligentes, podrías vender todo a cambio de bitcoins y empezar una vida en cualquier parte del mundo — y sin llevar mucho equipaje.
Las posibilidades son ilimitadas y dependerá mucho de la creatividad del espíritu humano. Solo sabemos, por ahora, que la blockchain es el eslabón perdido en nuestro avanze como civilización, así que... ¡Sigamos avanzando!